Páginas

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La Otra


Soy consciente de que escribo a una mujer a la que no conozco de nada. De que escribo más bien a una fantasía. A la huella que esta mujer ha dejado, a un huecograbado. A un fantasma.  Que conozco poco de ella y que puedo haberme equivocado en muchas cosas. Solo puedo aferrarme a lo que vi y sentí, a lo que vi de primera mano. Para colmo, esta mujer, muy probablemente, quede ligada a mí, a pesar de ambas, por mucho tiempo, con un hombre como eslabón ya que no como vínculo. No sé hasta qué punto en mi fantasía no te he convertido en mi Sombra, en el negativo de mi yo, en mi espejo. Una vivencia de extrañamiento que tanto contiene lo reprimido como lo irrealizable.  Pero cuando hago que todas estas emociones afloren a lo consciente entro inmediatamente en conflicto con esa máscara social que preside nuestras relaciones con la realidad.  Existe una parte de inseguridad y miedo, otra de curiosidad, otra de frustración y rabia. Acabo siendo víctima de un doble espejismo. Si miro demasiado en mi interior e intento analizarme, mi mundo externo pierde solidez, y por eso intento ver las cosas con distancia, aún arriesgándome a cometer errores de juicio.  Pero si imagino a otra, resulta que hay un “ nosotras” que nos apela en su demanda.
 En realidad, esta carta no es más que un intento muy desesperado de autoafirmación. Articular una historia, como yo pretendo hacer en estas líneas, no quiere decir reconocer toda la verdad sobre ella. Este es un punto de vista, simplemente.  Soy muy consciente de que escribo a alguien que no conozco y que, por lo tanto, me estoy escribiendo a mí misma y que existe la posibilidad de que tú lo leas y quizá existe -  más remota – la posibilidad de que lo comprendas.
Yo no te conozco. Interpreto desde los hechos que he vivido, desde la huella que has dejado, desde –repito-  un huecograbado.  La interpretación otorga sentido, pero se trata de una interpretación que funciona no desde la presencia de la otra sino desde su ausencia
En un sentido estricto o restricto,  no puedo escribir desde una posición de neutralidad. La  virtud de todo príncipe, según Maquiavelo, queda reducida a la prudencia. Esta virtud, obrando a través de la prudencia, la podemos hacer análoga a la interpretación de la historia que yo he vivido: he de hacer constar que hablo siempre desde MI punto de vista. Y es que la interpretación no responde solo a los hechos que viví, también  al registro de la intuición o de la inspiración. Por lo tanto, inevitablemente, mi posición estaría marcada al por un ir mas allá de la neutralidad habitualmente exigida, por un tomar partido. La interpretación, anula lo falso y se constituye en siempre verdadera,  pero siempre desde mi punto de vista, no estando – si tenemos en cuenta que voy a relatar lo que yo viví y que no pretendo que se entienda de otra manera - sometida por tanto ni a duda ni a medida. Toda esta historia hay que situarla del lado de lo subjetivo, del lado de lo poético,  del lado de la inconsistencia del Otro, del lado de la angustia. La angustia debe definirse como aquello que no engaña, angustia como certeza fundada. La certeza ligada al recurso de la causa primera no es más que la sombra de la angustia como certeza fundamental. Pero en  el fantasma ya hay conocimiento: el hecho de que solo te conozca a través de tus actos, de tu huella, de tu referencia,  no impide que, aunque sea de manera sesgada, te conozca o crea conocerte.
Mucha gente me ha preguntado qué poco sentido de la dignidad tengo si no quise salir de aquel triángulo. La dignidad no tiene mucho que ver en esto. La baja autoestima o el complejo de Edipo, quizás. O incluso, por qué no, una idea muy peligrosa y muy equivocada de la compasión. Quizá me sintiera Santa Clara Redentora y lo de ayudar a los demás me hacía sentirme superior. No sé por qué lo hice.  ¿ Estaba celosa? Sí, sí lo estaba. ¿Por qué me quedé entonces? La respuesta literaria: estaba enamorada. La respuesta psicoanalítica: compasión, competencia, baja autoestima, síndrome de redentora, atracción por lo imposible… métalo en la minipimer y bata durante un año.: ¿Es posible confiar en un campo contemplativo donde el deseo, o la entrega,  pueda sostenerse en una anulación de su propio  punto central ? La fórmula deseo-ilusión se queda corta como último término de la experiencia que viví. Queda precisamente el punto cero, el que yo misma no puedo explicar,  como lugar de la inquietud, como objeto central , en la medida en que no está, no sólo por estar separado, sino siempre reprimido, oculto, callado, en otro lugar que no era allí, donde soportaba tanto el deseo como la ilusión, y todo en relación profunda con la certeza de que aquel no era mi sitio, ni mi destino, ni mi encaje. El  deseo y la angustia coincidían e incluso se confundían.  No sé por qué me quedé allí, estancada en un punto simbólico. Pero lo hice, no tiene sentido volver la vista atrás.
De todo lo anterior se desprende la idea clara de que no puedo contar  la historia como fue, sino como la viví. De que no entré con un rol definido, sino que me fue asignado, independientemente de que luego asumiera más activamente el rol. Entré siempre como la segunda, como la otra.  La que observaba, no la que actuaba. Existía una incompatibilidad fundamental simbólica entre los referentes que me sirvieron para ‘construir’ ese rol, la manera en que me comporté – que nada tenía que ver en realidad con mis deseos o aspiraciones -  y la identidad ‘obtenida’ en todo este juego.  Un día me encontré con un anillo en la mano y un traje blanco y de repente yo ya no era la segunda, y me venía grande tanto el anillo – literalmente -  como el papel. De hecho, nunca llevo el anillo a estrechar porque me parece que el dato de que lo lleve en el dedo corazón y no en el anular dice mucho sobre la volubilidad de mi rol. 

martes, 27 de septiembre de 2011

quedan 14 días

Desde muy pequeña tengo un sueño que se repite obsesivamente. En el sueño existe una amenaza externa que me persigue ( vampiros, extraterrestres, mafiosos... suelen ser referencias muy cinematográficas pero, que recuerde, nunca ha habido zombis), yo corro y corro y corro y luego hay dos versiones del sueño: En una, echo a volar y escapo. En la segunda, aparece un hombre que me salva. Todo muy cinematográfico también, porque de pequeña es hombre se parecía a Paul Newman o Robert Redford y a día de hoy tiene más aire a Clive Owen o Jude Law. Hacia el final del sueño ese hombre me besa y yo sé que estoy salvada.
Esta fantasía tan infantil ha presidido todas mis relaciones y por eso salían todas tan mal: Nadie estaba a la altura de mis expectativas, nadie podía ajustarse al papel.
Supongo que la fascinación de Cordelia por dos figuras- Martin primero, Heidi después -  que representan precisamente eso, La Salvación, tiene mucho que ver con mis propias fantasías. 

------------------

Es una historia de misterio, la historia de un hombre que tiene que buscar a su hermana desaparecida. Es una historia de liberación, la historia de cómo a través de ese viaje ese hombre tiene que asumir que el peso de un secreto que lleva guardado años, en el silencio ( un secreto que comparte con su hermana), le ha incapacitado para amar y ser feliz. Es un viaje en lo exterior - un viaje por Tenerife y Fuerteventura -  siguiendo la pista de su hermana-  y en lo interior - un viaje hacia sí mismo y hacia la verdad- . Y de la misma manera, en la estructura interior en una historia de aventuras y en la interior es una historia de superación y liberación

lunes, 26 de septiembre de 2011

QUEDAN 15 DIAS PARA LA SALIDA DE MI NOVELA


Y no está pasando nada.
En otras ocasiones, a quince días de la publicación ya se notaba un barullo tremendo. Se me pedía, por ejemplo, que enviara libros firmados a escritores y críticos ( nunca lo hice), que me reuniera con comerciales ( eso sí lo hice) y que respondiera a entrevistas de todo tipo ( también lo hice, y también lo he hecho ahora). Se notaba excitación en el ambiente. A quince días del lanzamiento estábamos todos como locos preparando la presentación de la novela. Ahora no. Ahora ni siquiera va a haber presentación. La crisis, se supone. No hay dinero para presentación. No hay dinero para nada.
Sin embargo, es una de las novelas que más ha gustado en lecturas previas, a aquellos que la leyeron. Hace unos años, este sería el tipo de novela que habría tenido un lanzamiento a bombo y platillo. El lanzamiento que NO va a tener.
Supongo que esto es una cura de humildad. Se acabaron las vacas gordas. Se acabaron las giras por toda España en hoteles maravillosos. Se acabaron ya de paso las noches tristes en los hoteles con un gin tonic por toda compañía. Aunque también recuerdo noches bonitas, con compañía, pero puede que no recuerde siquiera el nombre de algunas de las compañías, que acabaron allí porque yo me sentía sola y desubicada. Se han acabado muchas cosas. Las enormes expectativas que se depositaban sobre mí, para bien y para mal. la que yo misma depositaba sobre mí. Supongo que se han acabado las cifras inmensas de venta. No porque la novela sea peor o mejor que otras ( quiero creer que es mejor) sino porque aquellos tiempos pasaron y ya nadie vende lo que vendía. Se nota tanto la tristeza y el desánimo en todas partes, oficinas de editoriales incluidas...
Hoy es lunes y yo suelo estar triste los lunes. Cansancio, sobre todo. Empiezo a estar harta de viajes. Me gusta mucho estar en sitios nuevos , pero cada vez me agota más lo de pasarme cinco horas en un asiento de tren, o cinco horas empleadas en: viaje al aeropuerto-taconeos por larguísimos pasillos de T4- espera en sala de embarque- espera dentro del avión para que conste que hayamos embarcado a tiempo y nadie sepa que el avión no ha salido en hora-viaje a casa que no es mi casa aunque se suponga que sí lo es. Estoy cada vez más cansada, siempre cansada, y la perspectiva de pasarme un fin de semana en casa de mi madre, con la niña, sin hacer otra cosa que leer libros y ver tele de cuando en cuando, una perspectiva que hace unos años me hubiera horrorizado, ahora me parece de lo más agradable. Sobre todo si pienso que es posible que duerma diez horas cada noche. Lo bueno, pues, de esta crisis, es que es muy posible que ya no me toque viajar por provincias para promocionar el libro. 
Hago todo lo posible por decirme que esta tristeza es simplemente física, que se trata de cansancio puro y duro, que los sentimientos son una cuestión de percepción y que podemos controlarlos desde el momento en que los creamos. Pero no deja de darme pena esta impresión de que todo va ralentizado, de que todo el mundo está en paro o aterrado porque teme perder su trabajo, de que el negocio editorial ya no es lo que era... incluso de que yo misma ya no soy lo que era, pero "la nostalgia ya no es la que era" como decía Simone de B. en uno de los mejores títulos que se le pudieran haber ocurrido a nadie.